Considerando las campañas que motivan al ejercicio físico, como montar en bicicleta, caminar, trotar, patinar, en fin todo lo que se nos ocurra en beneficio de la salud, es importante contar con sitios aptos para esto.
Es lamentable que Cúcuta, la ciudad verde, con un espectacular sitio como es la Avenida del Río en toda su dimensión, donde se invita a toda la ciudadanía a recorrerla a lo largo de su extensión, con el ruido encantador del Pamplonita a su paso, no sea valorada en todo su esplendor como escenario deportivo de todas aquellas personas, que día a día, con el despertar del alba, se lanzan a una aventura, sin considerar el peligro que esto representa. Por eso, aunque resulte contradictorio hablar bellezas de un sitio para luego considerarlo peligroso tiene su razón.
Es inconcebible que esta avenida con gran flujo vehicular contenga puntos negativos sin doliente, porque ninguna autoridad, ni siquiera las ambientales, prestan atención a todos los problemas que allí se presentan. Se puede comenzar con la cantidad de volquetas que no sólo van desmadrando el río robándole su esencia, sino que destruyen la vía de acceso al río como sardineles y andenes, sumándole a esto el peligro representado en la carrera desenfrenada de estos irresponsables al volante.
No conformes con esto las zonas verdes muestra descuido y desidia sin que autoridad alguna vele por su mantenimiento, ¿dónde están?, esa es la pregunta de muchos, pues ese abandono ha ido invadiendo no sólo las vías peatonales sino también los lotes abandonados alrededor de la vía, generando un ambiente apropiado para atracos a las personas que allí acuden a hacer sus caminatas.
Qué decir de los animales muertos que duran días y días soportando el paso de cada carro que los va despareciendo sobre el asfalto. Agregando a éste panorama los desechos y la basura que bordea la vía y es alojada en los lotes abandonados, contaminando visualmente el paso de los que por allí transitan; reflexionando también de las personas que habitan en la rivera del río, quienes sorprenden con el inicio de la venta de comidas rápidas que ya funciona, y que ha motivado el montaje otros aumentando así la competencia.
Para terminar no pueden quedar por fuera los hijos de papi; aquellos que ponen en peligro no sólo su vida, sino la de otras personas con los famosos “piques”, que forman parte de su diversión noche tras noche sin que la “autoridad” se digne a aparecer para frenar ese derroche de licor y rumba.
Lamentablemente la Avenida del Río lejos de ser nuestro orgullo es sinónimo de abandono, peligro y olvido. Ojalá le aparezcan dolientes y por supuesto autoridades.
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